Me parece muy mal momento para hablar de “casas ilegales” en Zurgena y demás pueblos del interior de Almería donde residen - sobre todo - jubilados ingleses. No lo digo porque se trate de los ingleses, que han comprado casas donde jubilarse en nuestra bonita y soleada provincia, sino porque son precisamente los del norte de Europa los que suelen comprar en estas urbanizaciones que se construyen en el interior de Almería sin más. Los españoles están sufriendo mucho con el tema de la vivienda, entre el alza de los precios, el subida del tipo de interés de las hipotecas, el estado de la economía europea y el consecuente incremento de los despidos en casi todos los sectores. Los apartamentos en las grandes ciudades están sobrevalorados en un veinte por ciento y, mientras que los vendedores no empiecen a bajar sus precios, los compradores van a esperar.
Los mismos españoles, si compran “una segunda casa”, suelen hacerlo en la costa. Su idea es venir para ocuparlas durante un par de semanas en el verano y un par de días en la Semana Santa. Una casa así está considerada como una inversión.
Para los ingleses es algo diferente. Su nueva casa en Almería es, sin duda, una inversión, el fruto de sus ahorros o de la venta de su vivienda en Inglaterra, pero es, al contrario que para los españoles, su casa principal. La mayoría de los ingleses (alemanes, noruegos, holandeses, irlandeses y etc.) están aquí para pasar su jubilación. No piden gran cosa de España: un poco de sol, paz y tranquilidad y en cambio, traen muchas divisas que contribuyen a paliar la cada vez más débil economía nacional.
Debería de ser considerado como un chollo para España. Dinero que entra a cambio de que nada sale: mucho mejor que la exportación de productos o bienes al extranjero.
Es también interesante para las arcas públicas de los municipios. Las licencias y permisos ayudan a mantener bajos los impuestos locales, porque no hay que olvidar que alguien tiene que pagar las facturas de cada mes. También, evidentemente, genera puestos de trabajo.
Pero luego se despierta la política. A nivel local los de la oposición dicen “pero no conocen o respetan nuestras costumbres”, mientras que el coro de la política regional reclama que “vamos a vengarnos de estos pueblos que no son de nuestro partido”, como pueden pensar tanto el alcalde de Vera como el de Zurgena, ambos del Partido Andalucista.
Este acoso político no sería, quizás, tan importante si no fuese por el hecho de que el tema ha salido fuera de los municipios afectados. A pesar del ayuno de información en España (La Razón ha sido el único periódico nacional en tocar el tema de las consecuencias), el tema del derribo (inmoral, si no ilegal) de una casa en Vera y las secuelas han llegado al mundo entero. La televisión británica, tanto BBC como ITV, la Bloomburg, la tele alemana, la noruega, la prensa de toda Europa y hasta la americana y australiana ha comentado este tema, y tres meses después, siguen comentándolo. En los dos primeros días de la semana pasada, por ejemplo, me llamaron la ITV, la BBC, y hasta una radio americana interesados por este asunto.
La justicia nacional no se mueve muy rápido, como todos sabemos. Los Prior, jubilados, viejos, viven ahora en una caravana donde posiblemente vivirán el resto de sus días. ¿Cuánto tiempo tendrán que esperar antes de recibir alguna compensación? Varios años evidentemente.
Luego, tenemos casos de expropiación, compra forzosa, el escandaloso “land grab” (urbanización forzosa), hipotecas a terceros, permisos de construcción ilegales, fraudes, sobre-valorizaciones, leyes de urbanismo contradictorias, viviendas sin terminar, faltas de “licencia de primer ocupación”, estafas y otros temas del estilo. Todo esto contado con detalles en la prensa extranjera. Es evidente que el comprador extranjero, cartera de billetes en su mano, lo piensa más de dos veces antes de venir a comprar una casa.
Por si no fuese suficiente, ahora es más difícil empadronarnos que antes. Antes de subir al ayuntamiento para inscribirnos, nosotros los “europeos” tenemos que registrarnos en el “Registro Central de Extranjeros” en la capital de provincia donde, después de varios días de cola, nos dan un papel que ni siquiera nos vale como “tarjeta de identificación” ya que la “tarjeta de residencia del régimen comunitario” ha sido suprimida. Los ayuntamientos también sufren esta situación por tener aún más habitantes que nunca que no figurarán (ni piensan hacerlo) en el padrón municipal. ¡Chapeau!
Con la situación económica actual, lo último que se debería imaginar aquí es intentar asustar a los posibles compradores del Norte de Europa.
No todos podremos comer conejo.
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